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Desafortunadamente, la gente rara o en peligro de extinción

Si llegas adonde sea y saludas, das el asiento en la guagua a la embarazada, eres amable, atiendes bien igual a quien tiene que a quien no, ayudas a los otros, respetas y te preocupas por los demás, la gente te mira extraño.

Te ven como a un bicho raro, y no se explican cómo en este siglo queda gente así.


Porque tristemente lo normal es lo contrario. Lo común es ser grosero. Frases tan elementales como “buenos días”, “permiso”, “lo siento” o “gracias” se van borrando del vocabulario diario.

La caballerosidad es cada vez más escasa, y hay jóvenes que tal vez ni siquiera saben qué es. Y la ayuda y la solidaridad se confunden con interés o ganancias, y cuando nacen son pocas o de mala gana.

Quienes respetan y exigen respeto son repudiados, porque en una época de indisciplinas y desorden ¡cómo a alguien se le ocurre hablar de eso e ir contra la corriente!

Decir lo que sientes, lo que piensas, francamente, sin tapujos, con el afán de que todo mejore, es antinatural y mal visto. Y ni hablar de los asombros cuando alguien trabaja intensamente, se entrega a lo que hace y ama su profesión.

Los formalismos le ganan a las iniciativas creadoras y la mediocridad se instaura como reina y señora ante la mirada impasiva de quienes pueden detenerlo y no se dan cuenta, y la atónita de quienes lo perciben y no tienen cómo.

Es rara la honestidad, porque “el que no inventa no vive”, y para justificarlo en el fuero interno de las personas se confunden las fronteras entre legalidad e ilegalidad.

Los niños ya no miran con la misma admiración a sus mayores, no se entretienen con juegos de niños ni se visten como tales. Mientras, muchos jóvenes confunden libertad con libertinaje, y modernidad con relajo.

Por eso también son inauditos los pequeños respetuosos que gustan de conversar con los ancianos, y los muchachos serios y rectos, que a todos parecen viejos.

Claro, que no todo está perdido. Son pocos, pero hay bichos raros que sienten y padecen, que respetan, que trabajan, que aman la paz, que ayudan y construyen.

Lo que, desafortunadamente, están en peligro de extinción.

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