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Camilo: mi primera escuela

CamiloCienfuegos es el nombre de mi primera escuela. Fue ahí donde conocí a lospadres del héroe, que invitados por Ramona, aquella directora dura peroinsustituible, llegaron en dos ocasiones cuando yo era una “bejiga”.

Ya estabanviejitos, pero era un orgullo tenerlos tan cerca y que nos contaran cómo eraCamilo de niño. A pesar de mi ingenuidad, me preguntaba, cómo con tantasescuelas que se llamaban igual en el país, ellos venían a la mía.

Nunca hebuscado la respuesta certera, pero imagino que se debiera a la gestión personalde los maestros de aquella escuela que parecía un paraíso. 

Yo vivía enel campo, a cuatro kilómetros de Los Arabos e iba todos los días con mi hermano(un año menor que yo) y mi mamá a “Camilo”, la mejor escuela de mi vida. Yaunque tantas veces le reproché en silencio porque nos hacía ir a esa escuelatan lejos cuando en Cuatro Esquinas había una rural, hoy le agradezco.

Recuerdo laedificación de dos plantas, con aulas amplias y espaciosas, llenas de closets ycon ventanas de aluminio, y los pasillos largos, anchos y siempre limpios, conpisos de granito brillosos, que cuando venían visitas se llenaban con lasplantas de arecas y malanguitas verdes y saludables.

Ramona, ladirectora, se vestía siempre elegante, como si estuviera esperando la llegadade alguien importante. Nosotros temblábamos solo con tenerla cerca y era comouna diosa: lo que ella decía, era ley.

Y qué decirde Élida, mi maestra de preescolar que tocaba piano y tenía sacos de paciencia;de Claribel, quien me enseñó a leer, a escribir y a calcula; o de Malpica, elmaestro de cuarto grado que me inició en esto del amor por la escritura.

Camilo estápresente en mí siempre. Pero cuando lo mencionan no viene a mi mente el héroesonriente con el sombrero alón, que también admiro y amo, sino la imagen de esa escuelade Los Arabos donde di mis primeros pasos de estudiante.

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