Pages

¿Intrusos o imprescindibles? Sobre los reorientados en la prensa cubana


¿Hay intrusismo profesional en la prensa cubana? Yo creo que no.

Intruso es quien se entromete o llega sin ser avisado. Quienes ejercen el periodismo hoy en nuestros medios sin tener título de esa carrera no se entrometieron, fueron reclamados ante una necesidad.

Ellos no tocaron la puerta de la prensa cubana; fue la prensa quien los convocó y hasta los lloró cuando demoraban en aparecer.

Sin embargo sí se puede hablar de una “desprofesionalización” en el sector, que está motivada por la incorporación a finales de los años 90 y primera década de este siglo de esos profesionales, pero licenciados en carreras afines que denominamos intrusos.

Ahora se habla de que no hay calidad en sus trabajos y se les echa parte de la culpa de la mayoría de los males que aquejan a la prensa cubana. Se les llama a todas voces reorientados o reciclados, y algunos colegas hablan de ellos como si fueran la peste.

La mayoría son licenciados en Español, Inglés, Historia, Filosofía y Marxismo, filólogos, abogados y comunicadores sociales. Antes de unirse a la familia del periodismo la mayoría eran prestigiosos educadores, muchos maestros de generaciones en instituciones de la educación superior.

En la emisora provincial de Matanzas, Radio 26, hay dos exprofesoras de Física, que tuvieron que enseñarme el título para creerles, porque ambas escriben como si lo hubieran hecho toda la vida. Y en ciudad de La Habana tengo una amiga que es enfermera, y ya quisieran muchos llegarle a los talones.

Siempre hay quienes, tras 8 o 10 años ejerciendo como periodistas, nunca se han empatado con la bola. Y no porque les falte preparación, sino por la aptitud, eso que es imprescindible, esa alma de periodista que no puede faltar. Esos se han acomodado en las redacciones, como correctores o diseñadores, o se han ido al reconocer que este no era su camino.

Pero hay una buena parte de ellos que son dignos reorientados, que escriben con decoro, trabajan como unos mulos y se han ganado el respeto de sus compañeros de trabajo y del pueblo.

Tal vez uno que otro no sea estrella en la redacción, quizás jamás tenga el estilo de un periodista de formación, pero se defiende y trabaja, que es lo que hace falta. Y hay algunos, que cuidado, hasta nos superan.

Yo no soy reorientada, quise ser periodista desde los 10 años, y estudié en la Universidad de La Habana en los años duros del período especial. Pero se me revuelve el estómago cuando algún colega se me acerca a despotricar de ellos.

Es mi experiencia particular, y nadie tiene que coincidir conmigo, pero yo trabajé en un colectivo donde la mayoría eran periodistas, ahora laboro en otro donde casi todos son reorientados, y con el perdón de mis colegas de la escuela de periodismo: me quedo con los segundos.

En Radio 26 fui Jefa de Redacción un año y por mi mano pasaron muchos trabajos, y créanme, hay periodistas formados que no se pueden parar al lado de un reorientado.

Por eso, convido a mis colegas de escuela a no generalizar. ¿Por qué hacer sentir mal a quienes han trabajo con nosotros por varios años y son nuestros compañeros? ¿Quiénes seleccionaron y ha evaluado de bien por años a esos que se dice no tienen alma de periodista? ¿Por qué no revisamos el sistema y dejamos de echarle la culpa a quien no la tiene?

Los que son dignos no merecen ser tratados de esa manera. Distingamos entre los buenos y los malos periodistas, y no entre los originales y los reciclados. Estamos faltándonos el respeto.

Ahora vemos la inminencia de más graduados de periodismo con la apertura de facultades en varias provincias y corremos a pensar qué hacemos con los reorientados.

¿Qué vamos a hacer? Nada. Ellos no son muñecos para tirarlos cuando ya no hacen falta, son personas y muchas enamoradas perdida e irremediablemente del periodismo.

Ayudémoslos a ser mejores, exijámosles más si es necesario, pero no nos sintamos superiores, porque no lo somos.

Por luchar contra el terrorismo: once años de injusta prisión


¡Once años! ¿Se ha puesto a pensar cuántas cosas pueden pasar en once años?

En once años el mundo ha cambiado bastante; claro, que no lo suficiente para ser un lugar mejor. En once años surgió y se ha consolidado la Alternativa Bolivariana para las Américas y todo lo que ella implica; el precio del petróleo se elevó casi al doble; la economía China crece y se convierte en una potencia mundial; Estados Unidos fue gobernado durante 8 años por el que está considerado como el peor presidente de toda su historia, y ahora ha llegado al sillón presidencial un hombre inteligente, pero con las mismas doctrinas imperiales. En once años la destrucción medioambiental provocada por el propio hombre ha causado muchas catástrofes naturales.


Pero en el orden personal once años es más aún. En once años muchos niños se hicieron hombres, muchos jóvenes cumplieron sus sueños de ser profesionales, muchas parejas tuvieron los hijos que deseaban; los más adultos se jubilaron y hay quienes perdieron a sus seres queridos.

Muchas cosas pueden pasar en la vida de una persona en once años. Y es muy triste cuando uno se las pierde, cuando no puede estar ahí para disfrutarlas.

¿Se imaginan entonces cuánto significarán once años en prisión? Pero agreguen a esto, que son ONCE AÑOS DE INJUSTA PRISIÓN. Once años perdidos de seguir luchando por su patria, de trabajar, de construir, de estar junto a sus familias.

Once años hace que fueron encarcelados cinco jóvenes cubanos: Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Fernando González, Antonio Guerrero y René González.

¿Su crimen? Luchar contra el terrorismo. El gobierno de Estados Unidos los acusó de espías, aunque no pudo probar que sus actividades amenazaran la seguridad de ese país; y los condenó cuando ellos solo protegían a Cuba de los ataques terroristas que se perpetran desde La Florida por la mafia cubano-americana.

Once años en que Los Cinco (como los conoce el mundo entero) han sufrido todas las injusticias posibles. Primero les negaron el derecho a un juicio justo, en plena complicidad de las leyes norteamericanas con la mafia batistiana y terrorista de Miami, los condenaron sin pruebas, los mantuvieron 17 meses en un confinamiento solitario, aislados entre sí y de los demás presos. A ese castigo en Los Estados Unidos se le conoce como “el hueco” y es lo más infame del tratamiento que ese país reserva a una parte de sus detenidos más peligrosos.

Después en estos once años, han sido víctimas nuevamente del irrespeto a la ley, de manipulación de Jueces y abogados. Contra ellos se ha volcado todo el odio de los enemigos de la Revolución Cubana. A sus familiares se les han impuesto las más disímiles trabas para impedir que los visiten, aun cuando se viola por ello uno de los más elementales derechos de los presos.

En once años, ni Gerardo, ni René han podido ver a sus esposas Adriana y Olga porque les niegan las visas. En once años las niñas de Ramón se han hecho unas mujercitas y Fernando y Rosa Aurora ven ya lejos la posibilidad de tener descendencia. En once años el hijo de Tony ha crecido tanto que ya le pasa en altura e Irmita, la más grande de René se ha convertido en una locuaz joven rebelde, capaz de defender a su padre y hermanos desde cualquier tribuna del mundo.

Once años con sus cumpleaños, días de las madres y de los padres, fines de años, y todos los días en que LOS CINCO no han podido abrazar a quienes más aman.

Once años de inocencia robada a Ivette, la niña más pequeña de René que ha crecido a la par de la campaña por la liberación de su papá, y que hace apenas dos años volvió a verlo. ¡Once años son casi la vida entera de Ivette!

Hace once años hoy, el 12 de septiembre de 1998 fueron apresados Los Cinco. Once años cumplen de estar presos por luchar contra el terrorismo, esa lucha de la que tan cínicamente se dice abanderado el gobierno de Los Estados Unidos. Once años que es mucho tiempo y duele más por la injusticia.

Y yo les pregunto: ¿Mantener once años encerrados a cinco hombres justos no es un crimen? ¿No será ese el verdadero terrorismo contra el que tenemos que luchar?

Escrito originalmente el 12 de septiembre de 2009

Ser periodista cubano: a propósito del Día de la Prensa Cubana


Ser periodista cubano es ante todo, ser revolucionario. Y revolucionario significa muchas cosas, entre otras, cambiar todo lo que debe ser cambiado, si nos aplicamos a las enseñanzas de Fidel, que ahora está a tiempo completo en nuestras filas.

El periodista cubano es combativo. Se enfrenta sin miedo al peligro, a las guerras, a las enfermedades; sube montañas y anda llanos; participa en las movilizaciones, en los programas de la Revolución, en la recuperación de los ciclones y cambia, sin titubear, su pluma por la herramienta que haga falta.

Para el periodista cubano no existen las medias tintas, las cosas se llaman por su nombre o no se dicen, y habla en el lenguaje del pueblo, sin términos rebuscados; en el lenguaje llano y sencillo que es el que deben hablar todos para que se entiendan.

El periodista cubano se enfrenta a la burocracia y sus burócratas, al abuso y los abusadores, a la chabacanería y sus chabacanos, al delito y a quienes lo cometen; le va de frente al oportunismo, al arribismo, a la morosidad y a los maltratos.

El periodista cubano denuncia desde su trinchera lo que está mal para el pueblo, lo que no funciona.

El periodista cubano no viene de cuna rica o clase media, sino que es hijo del obrero, del campesino o de la ama de casa. No se vende por tres kilos, ni le anda detrás al palo periodístico amarillo, porque aquí los chismes en la prensa no funcionan.

El periodista cubano es profesional, respetuoso de la intimidad de las personas y practica la ética cada vez que sale en busca de la información o la publica.

El periodista cubano es humano, sensible, creativo; es capaz de encontrar la grandeza del guajiro, la universalidad del batey más intrincado o la inmortalidad del más “desconocido” de los locos callejeros de cualquier ciudad.

Es verdad que a veces el periodista cubano no tiene todos los medios técnicos a su alcance, que todavía no hay computadoras para todos, y que el acceso a Internet desde la casa es todavía un sueño para la mayoría.

Es cierto que a veces tienen que andar tras la noticia a pie o en bicicleta; o romper las barreras de fuentes cerradas a la información por mandamiento de su propia ignorancia, “gente” que no recuerda que este país es del pueblo, y que ellos solo administran lo que es de todos.

El periodista cubano se sobrepone, porque ama lo que hace, porque el periodismo es un arte, y una aptitud ante la vida. Porque se es periodista para servir, para ayudar, para enseñar, para educar, para combatir.

El periodista cubano está al lado de la justicia, de los movimientos sociales del mundo, de los que luchan por la protección del medio ambiente, de quienes creen que un mundo mejor es posible.

El periodista cubano está al lado de su Revolución, que estar al lado del pueblo. No hay que temer a la crítica oportuna del periodista cubano, a su certero señalamiento; a su empeño por contribuir al logro de una sociedad mejor, más justa.

Cuando el periodista cubano escribe, porque es lo mejor que sabe hacer, también está labrando Revolución.

Satisfacciones de la Feria


Por: Yirmara Torres Hernández

Hace unos años gastaba mucho dinero, casi todo el que me daban mis padres para estudiar en La Habana, en libros. Las librerías de Casa de las Américas, la UNEAC y las muchas de volúmenes viejos que hay en la capital cubana eran mis sitios favoritos.

Y en las Ferias del Libro me afilaba los dientes e igual me quedaba sin un kilo. Pero desde hace cinco años ya no busco libros para mí. Ahora mi mayor satisfacción es comprarlos para mi hijo.

Él solo tiene seis años, y aún está aprendiendo a leer. Pero desde que no sabía hablar le empecé a guardar libros, y así, en todas las ferias hasta ahora he logrado conformarle una pequeña biblioteca, la que hubiera querido para mí de pequeña.

No es que yo no tuviera libros en mi infancia. Mis padres me compraron bastante, porque en la década de los 80 los había en todas las librerías y eran baratos. Pero para mí nunca eran suficientes.

Y para colmo mi mamá los fue regalando a medida que fui creciendo y apenas pude conservar unos cuantos. Y si algo nunca me ha gustado prestar ni regalar son mis libros. ¡Las peleas con ella por darlos eran campales!

Por eso al tener mi hijo tuve que empezar de cero. Pero aún así no faltan La Edad de Oro, el Principito, Había una Vez, las tres ediciones anteriores de Chamaquili (esos libros preciosos de Alexis Díaz Pimienta), Oros Viejos, La Flauta Mágica, el Cochero Azul, Las Cartas de Martí a María Mantilla, los Cuentos de los Hermanos Grim…

La lista es larga, y gastaría cinco o seis párrafos para mencionarlos todos.

Pero no es tener los títulos lo que me llena, ni ir a la Feria del Libro, esa fiesta maravillosa que llega todos los años por estos días de febrero a Matanzas y me coge siempre sin mucho dinero, sino saber que le estoy dando a mi pequeño la oportunidad de ser una persona culta.

Pero por ahora, en lo que crece y va aprendiendo, lo que más satisfacción me da es que con apenas seis años, César se acuesta a leer, y devora unos, dos, tres y hasta cuatro libritos de un tirón. ¡Y eso que no ha terminado de aprender todas las letras oficialmente en su escuela!

La Feria nos da miles de satisfacciones, pero para mí no hay otra mayor que saber que mi hijo ya ama la lectura.

Finta en las relaciones, pero el bloqueo sigue igualito


Por: Yirmara Torres Hernández

La libertad para viajar a Cuba de los cubanoamericanos y la entrada de remesas sin restricciones desde Estados Unidos, entre otras medidas tomadas por el presidente Barak Obama en su política hacia Cuba hicieron creer a muchos cubanos que el bloqueo se había acabado.

Pero nada de eso, el bloqueo sigue igualito. Solo se modificaron algunos aspectos que constituían una violación demasiado evidente de los derechos humanos a los ojos del ciudadano común, del que no es experto en política o economía.

También se modificaron otros, que “inteligentemente”, en vez de beneficiarnos, pueden constituir una manera de influir ideológicamente en nuestro país, como la apertura de algunas condiciones en las telecomunicaciones.

Pero, ¿es eso el bloqueo? No. Las leyes básicas que aseguran el bloqueo económico, financiero y comercial de Estados Unidos a Cuba siguen en el mismo lugar.

Así, continúa vigente la Ley Helms-Burton, una ley que viola normas y principios elementales del derecho internacional como el principio a la autodeterminación, la soberanía y la independencia, la libertad de comercio, la no injerencia en los asuntos internos de otros Estados, la convivencia pacífica entre las naciones, la soberanía nacional sobre los recursos naturales y el derecho a las nacionalizaciones.

La Helms- Burton sigue violando la libertad al financiamiento y la inversión, la subordinación de compañías subsidiarias a las leyes del país residente, el reconocimiento al dominio de una propiedad de acuerdo a las leyes del país donde esta localizada y la no jurisdicción de cortes internacionales o de terceros países sobre las confiscaciones de un país a sus nacionales, entre otros.

Junto a la anterior, se mantiene la Ley Torricelli, antecedente y complemento de ella. Una ley que amenaza, prohíbe y sanciona a aquellos Estados que no acaten la extraterritorialidad de la Ley Torricelli en términos de "cooperación".

Nada ha cambiado tampoco con la Ley de Ajuste Cubano, esa que ofrece privilegios a los emigrantes cubanos que llegan a Estados Unidos, y que fomenta y alienta el tráfico de personas hacia ese país.

Después de las “nobles” medidas tomadas por Obama varias empresas extranjeras han sido sancionadas por mantener relaciones comerciales o ayudar a Cuba, entre ellas el Credit Suisse Bank, por realizar transacciones que violaron las leyes del bloqueo contra Cuba y por “ayudar a países enemigos de Washington”.

Presionada por los Estados Unidos, la transnacional Philips incumplió sus contratos de venta y garantía de equipos médicos a Cuba, afectando a cientos de miles de personas que serían beneficiados con esos servicios.

Tras los “sanos” cambios, a muchos ciudadanos norteamericanos (científicos, médicos, empresarios y artistas) se les ha prohibido viajar a Cuba y han sancionado a los que lo han hecho sin permiso.

Varios artistas cubanos, de los considerados “espinosos” por ellos han tenido que desistir de sus viajes a Estados Unidos e hicieron lo indecible para que el concierto Paz sin Fronteras no se diera en La Habana.

Cuba sigue adquiriendo productos en el otro lado del planeta y pagando por fletes que tienen que viajar desde muy lejos, comprándole a terceros a precios más elevados y haciendo maromas para manejar las finanzas en un mundo donde a pesar de haberse debilitado, el dólar sigue mandando.

No nos dejemos engañar con la finta en las relaciones, el bloqueo sigue igualito, y en todo caso, con un presidente como Obama en la Casa Blanca solo podemos esperar que empeore.

Un encuentro de Evangelios Vivos


Lo duro y bello de las misiones internacionalistas de los maestros matanceros afloró durante el Segundo Evento Provincial Evangelio Vivo, que tuvo lugar en diciembre de 2009 en Matanzas, durante las celebraciones por el Día del Educador.

Reunidos en la sede provincial del Ministerio de Educación, alrededor de 50 colaboradores en países de América Latina y Africa debatieron sus experiencias y el reto enorme que significó enseñar lejos de Cuba.

Xiomara Santos, Presidenta de la Asociación de Pedagogos explicó que este encuentro se realiza como respuesta a la necesidad de compartir las experiencias de “esos profesores que fueron a otros países a ayudar, volvieron y nunca contaron sus historias en público”.

“Es un evento netamente matancero, pero queremos hacerlo a escala nacional para el próximo año”.

Las historias

Riselda Santana, la maestra habanera que ahora vive en Cárdenas abrió contando sus peripecias en Nicaragua, en el año 81, adonde fue cuando apenas tenía 19 años; y refirió como una infección en los riñones le salvó la vida, pues estando ingresada en la ciudad se enteró que en la misma montaña donde ella enseñaba habían asesinado a dos maestros cubanos.

Ella lloró de rabia, de impotencia, pero dice que nunca sintió miedo, y cuando se puso mejor pidió volver a su escuelita, y terminó sus dos años de misión. Por cierto, allí conoció al maestro cardenense que la trajo para acá, y con quien lleva 28 años.

Detrás se embulló Ana Nogueira, la profesora del Instituto Superior Pedagógico (ISP) Juan Marinello, quien siendo muy jovencita fue a Angola (año 1979), donde pudo ver de cerca lo que significa el hambre en los niños, algo que dice, “aquí no conocemos”.

Blanquita (Blanca Ávila), maestra de la escuela Vocacional de Arte Alfonso Pérez Isac, de Matanzas, sacó risas a los presentes con los cuentos de su misión en Nicaragua, en 1980, siendo una muchachita. De los trabajos que pasó por ser una jovencita tímida, que pasaba días sin bañarse y apenas comía porque no le gustaban los frijoles negros contó la ahora regordeta educadora.

Por su locuacidad sobresalió María del Camen Punales, también profesora del ISP Juan Marinello, quien fue la primera maestra cubana en llegar a Honduras y quien abrió el camino para la brigada que comenzó allí el Método Yo Sí Puedo, y que tuvo que salir tras el golpe de estado.

Para ella fue difícil, sobre todo porque, rubia y de piel muy blanca, la confundían con una “gringa” y la asaltaron en varias ocasiones en plena calle para robarle. Pero su empeño fue más fuerte, y hasta en locutora tuvo que convertirse para grabar por radio las clases.

“Dice que cuando llegaba a las comunidades y hablaba enseguida la reconocían como la maestra Carmen de la radio, y la tocaban para ver si era de verdad”.

También contó su historia María Magdalena Bravo, ahora inspectora Integral de Educación en el municipio de Matanzas, con una misión en Angola, que traspasó los límites del magisterio y se convirtió en diplomática del año 1981 al 83.

Ángela, de Matanzas y Dailis, actual directora de la Sede Pedagógica matancera trajeron sus momentos en Venezuela, las diferencias entre los dos países, culturales, de seguridad y en la educación, así como todos los mitos que existen allí respecto a los cubanos.

En Evangelio Vivo se encontraron compañeros de misión que nunca más se habían visto, y otros que no se conocían personalmente, pero que habían estado en los mismos lugares en momentos diferentes; todos con la alegría de revivir unos momentos que les marcaron la vida para siempre.

Escuela para las jóvenes generaciones

Y junto a los internacionalistas de las viejas misiones en Angola y Nicaragua y de las más recientes en Venezuela, Honduras, Bolivia o Ecuador estaban estudiantes del Pre Pedagógico Horacio Rodríguez del municipio de Matanzas, quienes escucharon atentos las anécdotas.

Norián Morales, profesor del pre, con apenas 24 años, refirió emocionado que para él constituía un orgullo poder participar y escuchar historias llenas de enseñanzas. “Ustedes son un evangelio vivo, y nos sentimos muy orgullosos de estar junto a ustedes en las filas de los educadores cubanos”.

Evangelio vivo les llamó el joven maestro, y evangelio vivo es cada uno de esos educadores internacionalistas, que tuvieron sus misiones, y que tienen aquí la misión de garantizar el futuro de Cuba.

Ellos cada día hacen verdad esa frase de José de la Luz y Caballero: “Instruir puede cualquiera, educar solo quien sea un evangelio vivo”.

Cuba no es perfecta, pero tratamos: sobre los derechos humanos en Cuba


Todos los días mi hijo de seis años va a la escuela, una escuela que para él es la más bonita del mundo. Tiene su uniforme, sus libros, sus lápices y una maestra a la que adora.
Ahora está aprendiendo a leer y a escribir, como lo hacen en Cuba decenas de miles de niños de esa edad. Y si alfabetizarse no es un derecho humano, entonces no sé que serán los derechos humanos.
Mi hijo fue operado de una malformación a los dos años de edad y no me costó un centavo, como tampoco me han costado los aerosoles por el asma, y las vacunas que se ha puesto desde que nació.
Mi hijo, un poco precoz, ya sueña con la universidad y me dice que quiere estudiar en la de Matanzas porque no puede estar un día sin ver mi cara. Y esa Universidad tampoco me costará un kilo.
Son esos poquitos, que no vemos por cotidianos, los derechos humanos de los que disfrutamos los cubanos, aunque personajes incultos y dolidos desde el otro lado y desde la vida fácil quieran hacer ver que aquí no se respetan.
Puede que en la prisa de la cotidianeidad, en medio de tanto trabajo y tan enormes anhelos se violen algunos, no lo discuto. Cuba no es perfecta, ni pretende serlo. Tratamos de construir un sistema donde el bien del hombre sea la razón máxima de su existencia.
Pero nuestros derechos humanos, los que de verdad son importantes están ahí, a la vista, pasando inadvertidos entre la gente común. Son ese vecino invidente que se hizo abogado, la mujer embarazada que tiene licencia y atención médica de primera garantizada, los abuelos que practican deporte en el parque más cercano.
Nuestros derechos humanos están en calles y centros nocturnos sin violencia, en las escuelas en la montaña aunque haya un solo alumno, en los transplantes de órganos y operaciones más difíciles que solo cuestan las gracias.
Están en la educación especial desde los primeros grados hasta los últimos, en las instituciones de la cultura y en el deporte. Nuestros derechos humanos están en los ojos francos y alegres de los niños, jóvenes y ancianos de esta tierra.
Dicen que siempre el que busca, encuentra; y que casi siempre las manchas no dejan ver la luz. Pero no vale la pena ponerse a “buscarle las cinco patas al gato”, o “la pelusa de la recontrapelusa” como hacen los enemigos de la Revolución.
Los derechos humanos básicos aquí son sagrados, y nadie, por mucha ceguera mental que tenga, podrá decir lo contrario. La Cuba que respeta los derechos humanos está aquí, a la vista de todos y abierta al mundo.
Basta con mirar para el lado para encontrar el respeto de esta tierra por los derechos de los hombres.

A mi abuelo le traen las elecciones a la casa


Mi abuelo se llama Juan Torres Toledo y vive en Colón, Matanzas, Cuba. Este 19 de febrero cumplió 88 años y, aunque lleva más de 40 con una hemiplejia que le dificulta su andar, su mente está clara y joven.

Víctima de un derrame cerebral mi abuelo ha sido un luchador desde entonces, y ni el pie y el brazo tumbados le han impedido fajarse con la vida a pesar de las limitaciones y vencerla.

Hace unos años, aquejado además de glaucoma en los dos ojos, mi abuelo solo sale en carro y acompañado, por lo que cada vez que hay elecciones se las traen a la casa.

Cada dos años en las parciales, y cada cinco en la generales, dos pioneros y la presidenta del Colegio Electoral van hasta su casa, boleta en mano, para que mi abuelo estampe su voluntad.

Con su mano izquierda, con la que apenas sabe manejar para escribir, y el papel muy cerca porque casi tampoco ve, mi abuelo también decide.

Como él otros impedidos físicos en toda Cuba tienen la posibilidad de votar en sus propias casas, como evidencia del respeto a los derechos humanos.

Y el gesto no queda solo en la significación de ejercer un derecho ciudadano, sino que es la muestra de que nadie los olvida, de que no importa si hay que caminar un poco más o mover a los pioneros que custodian las urnas.

Ellos, los limitados físico motores, incapacitados de llegar hasta el colegio electoral también votan, porque las elecciones se las llevan a sus casas.

Search This Blog

Followers