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Mis muchachos de periodismo

Estudiantes y profesores de periodismo de la Univ. de Matanzas durante un encuentro con el periodista Enrique Ubieta
Hace apenas 9 años yo era una universitaria cubana como mis muchachos, solo que en vez de estudiar la carrera de periodismo en la Universidad de Matanzas (UMCC), lo hacía en la de La Habana (UH).

Ahora estoy en la otra posición, la del profesor. Un puesto, que pensándolo bien me parece una locura. Primero, porque soy periodista para ejercerlo, y segundo porque nunca fui una estudiante ejemplar.

En fin, que ahora estoy del lado del profe, queriendo tener un poco de cada uno de mis mejores maestros en la UH, y tratando de reforzarles a mis muchachos el amor por la que Gabriel García Márquez llamó la mejor profesión del mundo.

Ellos, como el desierto, engullen cualquier gota de agua que se les deja caer, sedientos de saber y querer. Están, como yo en aquella época, llenos de vida, marcados por la inmadurez de sus pocos años y el arrojo que les da el haber tropezado poco.

Unos escriben mejor, otros despuntan como ideales para la radio, algunos no mienten en su preferencia por la televisión, y todos se interesan por ese mundo infinito en constante cambio que es el periodismo digital.

Les gusta trabajar, probarse, y los retos mientras más difíciles, mejor. Les das una idea y ellos ya tienen mil.  Cada uno es diferente al otro, Y es eso, precisamente lo que los hace mejores: su libertad para saber quiénes son y elegir qué quieren.

Yo los veo y me da vergüenza de la estudiante que fui. No porque haya sido tan mala, sino porque creo que pude ser mejor. Ellos me superan en todo, y aunque sé que tengo cosas que enseñarles, a veces dudo.

Pero si de algo estoy segura (y eso me hace feliz) es de que cuando mis muchachos de periodismo tengan mi edad, si siguen como van y a pesar de los golpes que guarda esta profesión, serán mejores que yo.

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