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Bellamar: aprender a vivir en armonía con la cueva. Primera parte

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- Bellamar: el proyecto homónimo
  A pesar de ser la caverna más conocida, visitada y promocionada de Cuba, lo cierto es que poco se sabe realmente de las Cuevas de Bellamar, un sitio que abrió sus puertas al turismo en la ciudad de Matanzas hace casi un siglo y medio.
 “Todavía hay quienes creen que son las mismas que descubriera hace 149 años Manuel Santos Parga”, comenta Esteban Grau González, presidente del Comité Espeleológico de Matanzas.
  Con muchos proyectos en mente y manos, acompañado de sus compañeros de la Fundación Antonio Nuñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, que son lo mismo espeleólogos, que fotógrafos, camarógrafos, realizadores, informáticos, electricistas o albañiles, Esteban ve acercarse muchos de los sueños que harán que el hombre conviva en armonía con su entorno.
Periodista: ¿Cuán grande es esa cueva de Bellamar que la gente no ve?
Esteban Grau: En su descubrimiento Santos Parga llegó a avanzar, en el tiempo que exploró, unos 2 mil 900 metros y hoy estamos en 23 kilómetros de galerías. Pero en las partes bellas hoy conocemos casi tres veces más que lo que encontró él.
P: ¿La responsabilidad de esos descubrimientos?   
EG: De dos entidades que se han unido para ello, la Fundación Antonio Nuñez Jiménez de la Naturaleza y el hombre y la Sociedad Espeleológica de Cuba, que han emprendido la conservación, unido a Palmares, como administrador turístico de la parte antigua (más conocida) de Bellamar. P: ¿Qué proyectos hay para la conservación de la parte conocida?
EG: De hecho empezamos hace dos años a hacer conciencia sobre la necesidad de cuidarla, con una buena respuesta de la entidad que la administra, que es Palmares. Realmente falta tecnología y equipamiento, pero se ha avanzado mucho.   
  Por ejemplo, se cambiaron todas las luminarias que durante casi diez años estuvieron destruyendo los cristales, poniéndolos verdes. Se cambiaron las luces alógenas de alta temperatura por luces más frías, como los bombillos ahorradores. Así ahorramos energía eléctrica y enfriamos la cavidad, que de hecho es una cueva caliente.
P: ¿Dices cambiamos? ¿Cambiaron los bombillos ustedes mismos?
EG: Nosotros mismos nos decidimos a cambiarlos. Los pedimos, llegaron y empezamos; tenemos electricistas en el equipo y aprendimos de ellos.   En el transcurso de este año debemos cambiarlas nuevamente, porque se mandó a comprar una nueva tecnología, lámparas que permitirán llevar la cavidad casi a su estado natural. También se volverán a activar los sistemas de tres vías que facilitan encender y apagar sectores, para climatizar mejor la cueva.
P: Las Cuevas de Bellamar reciben en temporada alta más de 200 visitantes que las ensucian todos los días. ¿Cómo limpian la caverna?
EG: Se han hecho varias limpiezas. Hay que reconocer que los guías ya participan en las limpiezas, hace dos meses se hizo la primera con ellos, y estamos creando un ciclo donde participan todos los trabajadores de las Cuevas de Bellamar.   En 148 que tienen de abiertas al pública nunca se había echo así, pues siempre limpiaban los espeleólogos.    
  Pero antes, Bellamar ha tenido tres grandes limpiezas. Recuerdo en 1989 un grupo de espeleólogos hicimos la primera, duró diez días y sacamos 7 toneladas de escombros de la cueva, generada desde Santos Parga hasta ese entonces.
P: ¿Qué están haciendo para celebrar este aniversario?
EG: Hemos reanimado las Cuevas de Bellamar, cambiamos toda la marquetería del Museo de Bellamar, montamos la sala de Proyecciones en Tres Dimensiones como soñamos tenerla, y más que eso va a ser un aula de naturaleza y espeleología.  Vendrán las escuelas y podrán ver algo que no se ve, que es la vida que existe en las cuevas, los peces, los crustáceos, y también conocer otras cavernas de Cuba, con un material que se llama “Cuba de agua y de piedra”.
  Este sábado 24 de abril la Sociedad Espeleológica de Matanzas y la Fundación Antonio Nuñez Jiménez celebrarán (con una semana de retraso) el aniversario 149 del descubrimiento de las Cuevas y el 148 de su apertura como centro turístico.
   Todos con el aliciente de la reconstrucción, de que las cuevas no son las mismas, de que se piensa y se trabaja por su conservación, y de que todos los proyectos que llevan adelante para ello tendrán un final feliz.

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