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Con Carilda y Amaury que se quieran…

Con Dos que se quieran, el programa que conduce cada martes el cantautor y escritor Amaury Pérez Vidal, fue diferente esta vez.  En el primero de 2011 lo vimos llorar, de verdad y con lagrimones, y hasta se confesó celoso, cuando Carilda Oliver Labra, su entrevistada, no le miraba a los ojos.


Amaury no pudo menos que sucumbir ante los encantos de Carilda, la poetisa matancera, la todavía “muchacha del campo”, como la calificara Gabriela Mistral, quien demostró ser con sencillez y desenvoltura, mucho más que el mito que entorno a ella se ha creado.

Carilda parecía una diosa. Vestida y peinada de manera impecable, atrevida y recatada a la vez, con el brillo de esa mirada que los años encienden, como dijera Amaury, dueña de los “ojos más bellos de la literatura cubana”.

Hermosa, zalamera, seductora y atrevida, Carilda cargó con sus libros, sus poemas y su café. Y dijo versos, cuando nadie los esperaba, rompiendo como siempre los esquemas, imponiéndose con su talento, ese que solo unos cuantos elegidos poseen verdaderamente.

Amaury apenas sabía que preguntar, apenas respiraba, apenas podía disimular cuánto idolatra a la mujer, a la poeta, al ser humano que es Carilda. Imagino cuánto se divirtió con sus historias antes y después de la entrevista, y cuánto debe agradecer la oportunidad de haberla tenido cerca, porque Carilda colma de vida a quienes la conocen.

Fue un Con dos que se quieran alegre, diferente; un programa que demostró que la grandeza está en cosas pequeñas, que los poetas no tienen que hablar con palabras rebuscadas, y bueno, algo que todos saben: nadie como el propio autor para leer sus poemas.

Carilda habló con humildad del Premio Nacional de Literatura, que para ella llegó a tiempo porque “otros lo merecían antes”; de lo que ha significado la poesía en su vida y lo feliz que ha sido como escritora, algo que dice, no es una carrera.

Filosofó sobre la inspiración y la técnica, sobre cómo escribir mejor los sonetos, y volvió a explicar la inocencia del famoso “me desordeno”, por el que la han inmortalizado tantos amantes.

Carilda se lució. Sus repuestas fueron certeras, sencillas y directas. Coqueteó con la cámara y deslumbró a Amaury de una manera que creo jamás se repondrá.

Pero sobre todo fue sincera, natural y enorme cuando un poco antes de terminar, y con la voz entrecortada dio humildemente las gracias; unas gracias que ella no tiene que dar, unas gracias que le damos los cubanos por ser cubana y poeta, unas gracias que le debemos por existir.

Leer la entrevista completa aquí...

Carilda explica el origen de sus versos más famosos: me desordeno, amor, me desordeno...

* Fotos: Tomadas de Cubadebate

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